12 de julio de 2013

Vagar 2.0



 No hay que dejar que se desperdicie. Su expulsión menguante duele en los párpados, mancha las comisuras. Grácil sin aliento, carente de sosiego, de lucidez. Levedad recurrente en la fragilidad. Mesticia impertinente siempre de noche, no sabe de continencias y respeto por la inmovilidad.
A quién se rendirá tributo, desde dónde.
Hace mucho no se vaga sin rumbo, ahora se yace guardado, extrañando irónico el recorrer del laberinto, sangrando tácito. A ritmo de vals, esquivando imbéciles, descifrando vacíos en los ojos, atraído por un caótico punto de fuga. Doliente en las arterias cada vez que la alquimia hace su trabajo, paralizado andante, recibiendo el alejamiento de todos.
Ahora se yace en el vórtice, el hogar. Cayendo los arpegios en cada lágrima, cada vez que la horca del neurotransmisor me hace quitar el corcho. El cráneo apenas se sostiene, ya no tiene ese poder de bestia, ese rencor por lo que creía y fustigaba tanto; sino se transmuta en algo más arcaico, en la materia de los fósiles ardientes.

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