Vagar 2.0
No hay que
dejar que se desperdicie. Su expulsión menguante duele en los párpados, mancha
las comisuras. Grácil sin aliento, carente de sosiego, de lucidez. Levedad
recurrente en la fragilidad. Mesticia impertinente siempre de noche, no sabe de
continencias y respeto por la inmovilidad.
A quién se
rendirá tributo, desde dónde.
Hace mucho
no se vaga sin rumbo, ahora se yace guardado, extrañando irónico el recorrer
del laberinto, sangrando tácito. A ritmo de vals, esquivando imbéciles, descifrando
vacíos en los ojos, atraído por un caótico punto de fuga. Doliente en las
arterias cada vez que la alquimia hace su trabajo, paralizado andante,
recibiendo el alejamiento de todos.
Ahora se
yace en el vórtice, el hogar. Cayendo los arpegios en cada lágrima, cada vez
que la horca del neurotransmisor me hace quitar el corcho. El cráneo apenas se
sostiene, ya no tiene ese poder de bestia, ese rencor por lo que creía y
fustigaba tanto; sino se transmuta en algo más arcaico, en la materia de los fósiles
ardientes.
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