12 de septiembre de 2006

La Rasgada Línea de la Sanidad

“Y cuando miras largamente en el abismo, el abismo también mira en ti”
Friedrich W. Nietzsche
Así habló Zaratustra


Es en la película argentina “Hombre mirando al sudeste” (1986) de Eliseo Subiela, donde Rantés y el Doctor Julio Denis, nos proponen introducirnos en esa elucubración profunda y, mediante metáforas de lucidez y lo locura, vislumbrar la dantesca escena del hombre institucionalizado que busca ser normal y curar al anormal; mas, este proceso parece ser recíproco. Rantés aparece, de forma súbita en la clínica planteando interrogantes, aparentemente obvias: “¿qué es la música?”, “¿en qué reside su goce?”, etc. Desde entonces se propone como atípico, incluso –relativamente- dentro de una clínica para tratamiento mental. Y, ya estaba, el hombre acondicionado, el doctor incongruente que se conforma con su papel del barquero del Río Éstige, el que da una hipócrita bienvenida a las almas que ilusamente buscan ayuda o una estancia de confort a su alma. Rantés ingresa por la búsqueda de un foro, donde pueda pronunciar la verdad, aunque ésta incluya el –aparente- solipsismo de decir que es extraterrestre. Muestra entonces unidad, coherencia, y dice tener funcionalidad con sus ideas y actos. Es firme, lo suficiente para desconcertar al Dr. Denis, a quien no cabe el concepto de un hombre que acepta entrar de esa forma particular, - taciturna, improvista, auto acatable- en el hospital. Para el Doctor, el argumento de Rantés, es sumamente ridículo; la anormalidad de Rantés, es que ni siquiera alcanza la categoría de falaz; Denis, contiene en su ideario, una serie de criterios donde lo anormal, tiene las características normales. Y esta persona se reduce a un farsante de lo anormal.

Rantés dentro de su discordancia social pasiva –en un principio- logra hacer reflexionar al Doctor, lo suficiente como para que él redescubra partes sensibles que había perdido en su mundo estructurado y condicionado. Pero Rantés, ante su actitud de aparente aplanamiento emocional, necesita de ser filial, y lo manifiesta siendo una especie de Mesías redentor al insano, y por otra parte, de un hijo ante Denis, (“doctor, por qué me ha abandonado”), símbolo del largometraje, análogo al Cristo. Se logra ver, que es apariencia tan sólo, esa ausencia de sentimientos, porque al escuchar los sublimes tiempos de la Novena Sinfonía de Beethoven, se entusiasma por unir a quien lo rodean (Beatriz y Denis) y decide ser el orquestador de los sensibles, no importa aquí, de qué lado de la línea están las personas. Es un intenso frenesí sonoro; el público, los internos, danzan y celebran con júbilo el poder magnífico de la música.

Rantés dice dialogar al sudeste con seres ulteriores a nuestro planeta, y él dice obtener información, ¿la obtiene?, al menos parece saber encausar adecuadamente lo que tiene. Con su sistema de signos gráficos, mantiene su halo de misticismo al tiempo que se aleja más de sus compañeros internos, al querer estudiar la mente humana, la cual, según él, es una ilusión Berkeleriana proyectada en el espacio. Así, con su particular concepto de existencia, intimida y es interpretado como un insensato de la realidad como dogma. Subiela es lúdico con ello, ya que nos da la incertidumbre en nuestros juicios, al entrometer elementos paranormales, y otros, contundentemente normales.

Rantés, logra convertirse en lo que él deseaba, es congruente hasta que se lo permiten; después viene su caída, porque su anormalidad, es inconveniente, es decir ya no es conforme a la sociedad, y ello magnifica de pronto su doctrina personal atípica. Su caída, a través de electrochoques y medicamentos que le modifican, es estoica y desgarradora, es cuando por fin cae en los cánones correctos de lo anormal. Denis sufre, porque ha quedado desamparado en su caos aceptable, muy interno, tanto que la soledad para él ya es patria. Sabe Denis, que no puede luchar con la institución; lo que lo hace sufrir más es que, él es parte de la misma. Es tan sólo un instrumento y descubre que sus criterios se han ampliado de forma dolorosa, porque él ha sido también, el objeto de estudio.

La definición de comportamiento anormal posible de utilizar en la cinta es la de Aflicción subjetiva. Obviamente en el Doctor Denis, observable ello, gracias a los monólogos que nos permite entrever como espectadores.

Rantés es quien, al no encontrar congruencia fuera de, sabe que su conducta tomará rumbo dentro de, mediante posible tratamiento. Sin embargo, el no parece estar afligido; para él, el criterio o definición de comportamiento anormal sería una relativa desadaptación social, en función de su apreciación muy especial de la realidad y el rol que desempeña por ésta, dado por su predicación.

El Director Eliseo Subiela, ha creado una obra de arte donde conjuga elementos etéreos que son sublimados por una intensa percepción de la vida en sí. La subjetividad es el motivo principal para lograr la concordancia y la congruencia sana. La razón permite dicha concordancia a la permisividad de decidir sentir una vez más.

J. Santiago S. Astrapé N.

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