12 de septiembre de 2006

Acerca de: El Hombre en Busca de Sentido (digresión)

La metodología general de redacción sobre escritos científicos pide que se evite hablar en primera persona y que se hable con objetividad. Dilema del cual habla Rollo May, al enfatizar que la psicología no debe ser reduccionista, pues se pierde gran parte del valor humano. Víctor E. Frankl pide que el lector sea objetivo, cuando lea su historia dentro de los campos de exterminio y concentración nazis, ya que él inexorablemente es sujeto. Pero, para entenderla es preciso: sentir. ¿Y cómo no sentir el llamado ante la Hecatombe?, tratar de entender totalmente la muerte como objeto, al fin sería una quimera necia. Entonces, se confirma que cualquier estudio psicológico existencialista, es: Ser Sentido, desde lo más profundo, para después enfrentar esa energía hacia la razón. De esta tensión positiva, se dimensiona en forma óptima, la historia de Frankl.

Es preciso –más allá de la sensiblería-, ser sensible. Las letras de Frankl ahondan al alma, pues su lamento es algo ulterior al dolor. Siendo el dolor mismo, logra diseminarlo a una postura sublime, poética. La transferencia al trashumante asfixiado; al prisionero desechado en número objetal que lo nombra, logra que se agolpen las lágrimas y salgan. Puedo imaginar todas las lágrimas que se perdieron en la vacuidad de la indiferencia del campo; o cuando, contenidas se aunaban intrínsecas con un abismo interior. Si era necesario arrojar esas lágrimas, era necesario entonces, desahogar una parte ya esencial de ellos, su abismo interior. Oscuro pozo que era formado por la desesperanza; cuando se agotaban las metas producto tanto de los sentidos sembrados exteriormente e interiormente en la vida, como de la ensoñación al lado de las púas. Pero, Frankl resuelve, si venían esas lágrimas “ellas testificaban que el hombre era verdaderamente valiente; que tenía el valor de sufrir”.

Frankl otorga a quien lo quiere asir, una experiencia luminosa. Una revelación valiosa ante la pérdida de valores y –consecuentemente-, el significado de la vida. Al ser la libertad última, la responsabilidad como esencia teleológica, formadoras de individualidad existencial, el significado es único y personal. Es lumínico encontrar esta forma de búsqueda, este parador que impulse y organice la energía desorientada por el significado; que al permanecer como paradigma tácito, surge a la conciencia y da –valga la tautología- sentido a la búsqueda de sentido. Y así con ayuda psicológica, por ejemplo, nos sintamos cobijados los cognoscentes alejados; esto al desasirnos de normas morales y religión, al ser desnudos de pronto por una suerte de lucidez filosófica; que sin cauce reconocible, es una fuerza inútil. Es necesario que se convierta en una tensión creadora y positiva, que aproveche energías bipolares. Como señala Frankl, al decir que el hombre no necesita de equilibrios u homeostasis, sino lo que él llama noodinámica, la dinámica espiritual.

La existencia misma entonces es la capacidad de decidir que aptitud tomar ante cualquier circunstancia de la vida. Es autodeterminante, el único que se debe guiar ante la bifurcación. Pero debe aprovechar toda emanación de energía de dicha dicotomía. La postura es interior, espiritual, es decir noodinámica. Permite quitar prejuicios, incluso, ante la fatalidad del sufrimiento. El hombre que encuentra significado, es capaz, como Víctor Frankl, de maravillarse de su propia cosmovisión ante el dolor. Encontrar excelsitud por tenencia de significados últimos: el amor por su esposa; la tarea de terminar su “hijo espiritual”, que era su libro sobre psicología existencialista. El decide, vivir, experimentar y encontrar motivo por el cual seguir sufriendo. Así descubre, que el hombre es producto de su noodinámica.
Es fácil, quizá atrevido, comparar superfluamente el trabajo de Víctor Frankl con el libro bíblico de Job. Análogamente los dos experimentan los más rasgados límites del sufrimiento; Job “encuentra” significado religioso de manera totalitaria y dogmática. Sólo que Frankl no encuentra respuesta universal a su dolor; lo encuentra en sí mismo.

Es menester del hombre valuar lo que le da identidad y fortaleza, sólo él. Y si le da sentido a su vida, desde lo más profundo, entonces, será funcional y podrá plenamente vivir. La obra de Víctor Frankl ha tocado mí espíritu y ha redimensionado mi cosmovisión.

J. Santiago S. Astrapé N.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buscando referencias sobre la obra de Víctor E. Frankl, encontre tu disgresion, he de comentarte me tranastoco la expresion de tu sentir, vivifico la forma como el autor vivio y te hizo vivir, agradesco que compartas tus escritos tan brillantes y emocionantes en un espacio tan pequeño y tan publico.
Saludos.
Salvador
San Cristobal de las Casas, Mexico

Astrapé Núctes dijo...

En verdad, Muchas Gracias Salvador, tu comentario me motiva a no dejar tan abandonado este espacio, un placer.