8 de septiembre de 2008

No todo está hecho


Cuando era niño, había ratos que pensaba como el buen Miguelito, y no precisamente por conformista o cómodo, quizá por ingenuo o ignorante y quizá también por soberbio. 
Pensaba que ya todo estaba hecho, que la tecnología y ciencia eran capaces de todo, que cualquier parte del planeta había sido ya explorado, y si no, los satélites podían examinar lo que se quisiera. Que se era capaz de encontrar rápidamente una cura para las enfermedades, que los viajes espaciales cada vez irían más lejos, que se conocían todas las especies de animales en la tierra, que yo podría alguna vez acceder gozoso a toda esa información. 

Después conocí a personas que también pensaban lo mismo, pero me daba cuenta que ellos sí manejaban la conformidad o la comodidad (al fin es lo mismo), y no les afectaba mucho el ser ignorantes, es más, con un cinismo delicioso abrazaban su ignorancia y eran unos expertos en crear justificaciones ante ella. Unas decían que por sentido práctico, ya que la praxis es superior a insulsas y aburridas teorías, que más bien, eran de gente abúlica. Pero luego me daba cuenta que ni sabían siquiera qué era la praxis. Se decían prácticos porque les daba miedo la profundidad (haciendo eco a Juan Soto Martínez), practicaban lo que los demás ya habían instituido en sus mentes, hacían su tarea conformes, no meditaban, porque si lo hacían, dejaban de practicar su alienación. Yo también me contagié en cierto momento de este estilo de pensamiento, más luego supe que sí se puede ser teórico y práctico, que Sí se puede pensar con estrategias adecuadas anteriores a una acción, las cuales tendrían esa inmediatez que tanto era atractivo a esos autonombrados prácticos. La rapidez. Allí estaba ese atractivo; y ¿por qué existía rapidez en la acciones de este tipo de sujeto?, pues por lo dicho: como ya se tenía una referencia implantada, una metodología probada por otros, la acción devenía pronto, ¡que viva el ser práctico! 

Estos sujetos, con lo descrito, desechaban como Miguelito alguna intención de innovación o acto trascendental, desde un supuesto altísimo estrado, dictaminaban que la curiosidad (innata) del ser humano, era una pérdida de tiempo, y que esos temas (además que no los entendían ni sabían cómo abordarlos) era insulsos. Era claro que su escala de intereses estaba exclusivamente marcada por lo económico o lo estético, lo cual les daba satisfactores inmediatos o tangibles según su aparato cognitivo. 
Así continué tratando de adaptarme forzosamente entre esta tendencia generalizada, sólo intuyendo que no seguía cursos tan superficiales y simples, hasta después que tuve oportunidad de adentrarme al mundo psique, no me sentí tan solo y la intuición tomó formas más complejas. 
Creo lo más sano fue tratar de dejar la obsesión neurótica por querer cambiar –en el supuesto de estar por mejor vía- a las personas que me rodeaban. Creo que no me ha abandonado por completo esa manía, pero la logro controlar mejor. Es positivo entender que su sistema de creencias al final de cuentas les mantiene como sea mientras no tenga tendencias violentas y destructivas con ellos mismos y terceros. 
Otra conceptualización que obtuve fue comprender que las personas tienen dos grandes receptáculos de la realidad, uno que se basa en la Proximidad, y otro en la Lejanía (algunas veces, fatal). Los primeros sencillamente les interesa lo que los afecta de manera inmediata y tiene vigencia, lo demás es ajeno, y hasta absurdo preocuparse por ello. Pueden tirar basura y pensar que no pasará nada, que el tema del sobrecalentamiento es un absurdo sermón ecologista que alarma a las personas, y por lo tanto es mejor evitar el tema y olvidarlo. Los segundos, están más interesados por las consecuencias, por lo teleológico, y por lo tanto repudiados por los primeros. Aunque se puede llegar a pecar de fatalista, o pesimista, y por lo tanto ser invadido por el nihilismo, la apatía y demás carga depresiva, enunciando que todo es inútil. Los extremos son peligrosos, aunque prefiero tener parte con los segundos, ya que los otros son como las bacterias que mencionaba Sagan (analogando cuando el ser humano salió por primera vez del planeta) que viven en una naranja y son ignorantes de serlo, y ni se cuestionan acerca de su origen y su sentido y misión de vida. Para seguir con el tema, cito un extenso fragmento del libro Psicología Social y Complejidad (2006), del Maestro Juan Soto Ramírez, en el capítulo Digresión sobre la mirada: complejidad y nuevos sujetos sociales:


Los sujetos triviales
Lo trivial es lo que carece de importancia o interés, es decir, lo obvio, de lo cual no tiene mucho caso hablar porque cualquiera es capaz de saberlo. El sujeto trivial es aquel que se vuelve puro intercambio: a) aquel que se repliega sobre la esfera del consumo privado sustituyendo el intercambio social (Lipovetsky, 1993:228); b) aquel que sólo reconoce el universo de los objetos (como vehículos y transporte). La ligereza es la condición definitoria de estos sujetos: el pensar es desplazado por el hacer, hacer revestido de imagen. Desde esta perspectiva, un sujeto sin imagen no es sujeto porque no se puede intercambiar como objeto, es decir, no es vendible, no puede ponerse en circulación (el que promueve la moda aspira a convertirse en la marca de la ropa que lleva puesta). Los sujetos triviales son presa del consumo (no de productos sino de marcas, envolturas, promociones, rebajas, publicidad comercial, ofertas, etc.) Su máxima aspiración es la exclusividad en donde la diferencia reafirma la identidad. La moda es el espacio donde estos sujetos pueden temporalizarse siendo pura actualidad. Los sujetos triviales encuentran mejor acomodo en la superficie de las relaciones sociales que en la profundidad (menos cerebro y más cuerpo, menos compromiso y mayor deleite, menos compromiso y mayor intensidad, menos palabras y más acción; menos subversión y mayor conformismo, etc.) El sujeto trivial es el bocado predilecto del adelgazamiento de la razón y la expansión del poder comercial que se mira por todos lados. 
Este tránsito de trivialización de los sujetos termina por trivializar las sociedades, provocando una serie de desplazamientos múltiples: la razón por el poder y el cuerpo sobre la mente. El cuerpo incluso se presenta como un escaparate para la morbosidad porque la publicidad que porta así lo permite (rendir tributo a la delgadez del cuerpo es replicar la forma del adelgazamiento de la razón; gozarse uno mismo es deleitarse con la cultura individual). El cuerpo es convertido en museo de manera que se puede visitar las veces que sea necesario para entender la cultura individual.
Este repliegue sobre sí mismo reconfigura incluso aspectos de la vida pública. Aparecen nuevas formas de criminalidad urbana (que van desde el consumo de drogas de síntesis hasta el nacimiento de los serial killers), lo cual arroja muchos elementos para pensar que el proceso de liberación de normas sociales se debe al endurecimiento impositivo de otras tantas, aspecto por lo cual también desata nuevas formas de agresividad (que atraviesan a la sociedad con los hilos del sectarismo o las madejas de la intolerancia y el racismo), de modo que la conformación de las culturas individualistas se concentran en un foto de atención para el análisis de lo social.
Los nuevos sujetos sociales son aquellos que:
(…)
3. Se les prohibió escaparse y se trivializaron (en el momento de liberar las normas tradicionales de socialización, construyendo mundos libres de toda pesadez: comodidad ante todo)”

Ahora que bien podría algún contrafóbico decir, que Soto lo dice porque el no tiene poder adquisitivo, o porque es un inadaptado social, ja cosa que quizá sería hasta un elogio. Pues bien, creo que muy en el fondo a algunos nos queda el saco en cierto porcentaje y sabemos que tiene la razón. Salud.

4 comentarios:

Ikeracha dijo...

Me convenciste... agrego que la educación pública en México es cómplice. Me consta.

Además, me desempolvaste el planteamiento de Michel Foucault sobre la cárcel, el manicomio y el psicoanálisis, teoría que supongo explicaría el temor a diferir y la venia social al simulacro.

Y bueno, me voy, porque tengo que planchar, jaaaaaa.

Astrapé Núctes dijo...

Ikeracha deseo tu planchada haya sido exquisita, como ya te comenté, ese texto de Foucault lo tendré por leer, y deja pongo otro texto para seguir con el tema de un tal Immanuel Kant, de “Teoría y Praxis”:

“(…)se ha alegado frecuentemente, para escándalo de la filosofía, que lo que puede ser correcto en ella es sin embargo sin valor para la práctica; y esto proferido en un tono altivo, desdeñoso y pleno de arrogancia con la intención de reformar mediante la experiencia, a la razón misma en lo que ésta pone su honor supremo, y de poder ver más lejos y con más seguridad, en una pseudosabiduría, con ojos de topo clavados en la experiencia, que con los ojos propios de un ser hecho para estar erguido y contemplar el cielo.”

Esa última frase, me ha fascinado.

Ikeracha dijo...

Fue maravillosa, en especial la raya de los pantalones es de una exquisitez que hummmmmmmmm, ni te cuento :P

Y sobre San Kant (je), salgamos un rato de la caverna a pasear, a que nos pegue el ariecito y nos deslumbre el sol, si es que aun alumbra allá afuera. Quizá descubriremos que podemos ser distintos a cómo nos concebíamos... no me preguntes si mejores :P

Ikeracha dijo...

Y el tiempo se detuvo entonces... si una manecilla más pequeña se movía, y de tanto en tanto movilizaba a otra más grande, era lo de menos...simplemente se detuvo para ambos.

Pero...