12 de diciembre de 2008

Confusión

Las letras nocturnas, los ojos hacia dentro como siempre, los murmullos atroces de lo que no se quiere escuchar -porque viene también de dentro-. Los arpegios conocidos de la honestidad ante la ventana que huele a alcohol, y las palabras que aparentemente no tienen sentido ni conexión.

El piano insistiendo otra vez que lo entienda, las frases tan acertadas y ciegas, tan odiadas por ello, mordaces y criticando, en la oscuridad de exclusivos oídos. Dieta de espinas y calor casi tres veces al día. Los pecados disfrazados aquí. Los motivos que quizá en mil años se repitan. La calma tan onírica, tan frustrada en la mañana.

Ruido cansado de gritar por los cabellos blancos. Prisas hacia sueños de mediodía. Pesadillas recordadas ante la droga de la calle diagonal. Acertijos solamente y emborronamiento privado de lucidez. Figuras perdidas por no querer voltear. Caras, voces, diálogos del interminable, suspiros por cada creencia. Fuego consciente que no se quiere apagar.



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