12 de septiembre de 2006

Apología por Vórtice

Flotando en un mundo intangible, percatado tan sólo cuando se encuentra ante el vértigo de la inefabilidad momentánea. Después o quizá en el mismo instante, se puede ser sensual. Dejando que los sentidos irrumpan ante la turbación del ego. Entonces de ese instante solipsista, vienen los intentos por nombrar la sensación con metáforas de locura. Ante ello se puede decir que la cordura es acariciada por una flama, o que temblamos sin el cuerpo. Para que pase esto, la experiencia debe ser encontrada en los límites de toda cotidianeidad, quizá en la línea de un horizonte dístico entre el miedo incontrolable de evadir la soledad y el paraíso individual en que nos delectamos por dogmas. Algunos dejan de serlo por ser tan complejos; pero, qué importa sí deleitan.
Lo hermoso al estar vivo, es que la línea de ese horizonte comience a girar desde el centro, y contraiga cuerpo y mente, dando –otra vez- sensación de unión. Qué funda y nos deje disfrutar cinco veces por los sentidos; esta vez, primero por la vista y así girando, interpretemos símbolos logrando alquimias tan jugosas como nuestro universo. ¿Por qué el miedo a ser subjetivistas?, si de todas formas la locura hará milagros con nuestros apotegmas y estos harán –salvo estemos muertos- que sintamos, el vórtice, donde todos nos fundiremos. ¿Desde dónde de desliza la locura?, al jugar con la razón o, del descontrol de nuestros sentidos.

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