31 de enero de 2011

Expulsión 2

Que no quede algo por lo cual cause extrañeza. De un solo golpe que se evapore aquello difuso en los confines que ahora habito, de pronto. Que todo permanezca. La furia dentada presta el filo de lo inadaptable. Primer aullido de un plegado ánimo, castrado en máscaras. Identidades coleccionadas en frascos de colores tristes, ridículos y amargos, amorfos por ello queridos. Oraciones que sí se quedarán de marañas inconexas y pretenciosas. Discursos atrapados cuando la consciencia vigila el meteoro, y le acaricia del lomo como masturbando la angustia de lo que ya no será, con la claridad humeante, sentado al plenilunio tragando moléculas y obsesiones por palabras esdrújulas.

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