7 de enero de 2008

Acerca de las creencias

Serge Moscovici señala en su libro La Era de las Multitudes, que no se ha ahondado seriamente en un tratado de las creencias, afirmación que por la fecha de su libro (1981) o un probable desconocimiento del tema u otro punto de vista en cuanto a la psicología cognitiva se refiere, puede arrojar muchas discrepancias y sutiles polémicas.
No soy poseedor de una postura pretenciosa, al querer emprender tan vasto proyecto, pero sí puedo ser un poco lúdico con el tema ante la propuesta de Moscovici.

El pensamiento dogmático es, un monstruo; como tal hay que tratarlo. Ha matado a tantos y herido a todos. Su germen es el dogma, que etimológicamente significa decreto (innegable). Sin él, muchas de las acciones del ser humano no tendrían justificación. Su nacimiento puede ser anterior pero la mayoría de las veces posterior. El dogma justifica la estupidez y la fantasía, y lo convierte en institución. Aun de que el nombre tiene auge en el cristianismo por momentos de herejía y afán de control sobre ello, el concepto es arcaico, y supongo, común denominador en el aparato cognitivo del ser humano racional. Imaginaré una situación que puede ser inserta en cualquier época suponiendo que ó son niños o han estado desprovistos de explicaciones concretas dadas por la experiencia:

Unos amigos discuten sobre lo que existe más allá de ciertas montañas lejanas. Uno de ellos (A) alega que sus abuelos le han dicho que existe un lago (hermoso, que refleja la luna, que huele de mañana tan fresco que el respirar es un ejercicio purificador), él confía en las palabras de sus abuelos porque le han dado información alterna; ellos han viajado hacia estas. El otro (B), alega que no es verdad, que detrás de esas montañas existen cráteres enormes, pues una sombra en la cumbre más baja, asoma en determinada hora del día lo que sin lugar a dudas es un cráter. El lago, bien puede ser un espejismo de los abuelos de A. Recuerda además que desde hace años, él ha ido perfeccionando su percepción del cráter. Durante la discusión momentánea hasta que dados sus alcances, fuese disuelta mediante una exploración hasta el lugar, se logra suscitar todo acto de dialéctica y pseudo lógica. Este lapso nos interesa. Pero de una vez, diré que sí existía el supuesto lago, pero no como sus abuelos lo describieron, no era hermoso, era de día cuando lo vieron y apestaba. Gana parcialmente A y, B desconcertado trata de salvar su creencia desesperadamente o consolarse maldiciendo en caso extremo a su sentido de la vista ante lo lejano.
Bien, ese lapso donde la comprobación por experiencia no llegaba, es donde el dogma se hace presente. El germen se instala.
Supongamos que estos dos sujetos, jamás podrán comprobar que existe detrás de las montañas, si la luna es de queso, si la tierra es el centro del universo o preguntarle a dios sobre el poder del papa en el mundo, o que no podrán realizar una investigación especifica acerca de la inmaculada concepción de la virgen maría, o sobre la virginidad de cualquier persona que nos haya afirmado poseerla y nosotros tengamos la necesidad de saberla. Para ello, como mano salvadora en el fondo de la piscina al que se ahoga, está el acto de fe. Nos reinstaura -como toda creencia- la percepción global de la realidad.
Tanto el sujeto A y el B, lucharán porque sus creencias sean las verdaderas, no importa la carga argumental y probatoria de ambas. Durante este tiempo, se engendra al monstruo.
Una Apuesta puede surgir, conllevando el orgullo de permanecer durante. La Apuesta es por el poder. Principal constante para que se incremente el pensamiento dogmático. Pero, no es sólo para sí mismo este pensamiento; se puede suponer que A y B, sepan en realidad, qué es lo que está detrás de las montañas, y Otros estén involucrados y ansiosos por saber qué hay y, tal vez, su atisbo no sea tan luminoso como el de A y B. Por lo tanto, la apuesta será superior por sembrar en los Otros el pensamiento dogmático.
Otra variante es que, quizá B, se afiance en los Otros para dar fuerza a su creencia. La Apología reina tácitamente.

Entonces, puede ser analizado ese gran momento durante se compruebe (o tal vez eso ya no importe o se olvide definitivamente) algo,
El pudor, el prestigio, el poder, la efectividad, subyacen siempre, “¿cómo es posible que pierda la grandeza de mi afirmación? qué importa si mi embriaguez (de cualquier tipo) la haya proferido, ella existe más que yo, ella tiene eco, yo sólo soy una pared donde rebota”. La magnitud de ello es relativa a lo que se haya proferido y el número de siguientes o fieles, para luego importar el cómo se haya proferido, qué sentimientos e imágenes se trajeron por lo tanto.
Si nos detenemos un momento, reconoceremos que lo descrito, se repite en muchísimas partes de nuestras vidas. Existen muchos lapsos durante, se recrean situaciones tales. Porque no sabemos, o no estamos posibilitados (la voluntad es variable a parte) a saber que hay detrás de las montañas, sólo lo imaginamos, y si lo defendemos, creamos espermas de dogmas, luego si lo defendemos como estandarte de Otros: monstruos del pensamiento dogmático.
Se pude proferir -recordado a Elias Nandino-, a riesgo de crear un dogma particular, que en todo mientras o durante, se naufraga con la fe. Haciéndolo con todo tipo de estilo, desde embarcaciones encomiables (que incluso suportan siglos los embates de la tormenta racional o de los hechos, como la iglesia católica), hasta trozos de madera flotantes.

3 comentarios:

Zu dijo...

Es que aparte "el pensamiento dogmatico" es muyyyy comodo, ¿que no?
Z

Don Pisador dijo...

que me ha gustado tu blog!

Dacrux dijo...

yo sin duda pertenesco a la opción C en realidad es un charco y puedo cruzar a travez de el cuando quiera de hecho puedo viajar en el tiempo, no no estoy loco, simplemente me da gusto que ya va agarrando auge tu blog :D