Acerca del Cristianismo como esperanza redentora
Muchos son los que vagan por la vida renegando de su reunión con la espiritualidad, por algún desafortunado momento de desilusión. Carecen para entonces de fuerza o argumentos que justifiquen sus creencias divinas. Ellos viven alejados, apartados como ovejas dicen. Eso sólo es el principio. Luego, durante su vida, los golpes aumentan, y, principalmente el desamor llega.
Es en el desamor donde se gesta todo. Es parte fundamental de proceso del supuesto reencuentro. Se ha sufrido, se ha carecido de brazos protectores, de un sujeto que resarza los dolores, que cure pacientemente las heridas y de palmadas de ánimo al ser sumergidos en el tedio. La temporalidad por la cual se viva así, es variable como es obvio remarcar. Algunos salen rápidamente al encontrar al Otro redentor, sin embargo y son los que nos ocupan, otros no encuentran a ese Otro (como ellos quisieran). Vagan tanto, y con un sistema de creencias tan endeble y susceptible a engaños, siendo éste el segundo factor luego del desamor.
Las creencias, introyectadas por falta de tiempo a la reflexión, flotan sin tener un ancla dotada de certeza. Se cree, entonces, por premura y luego por miedo a no creer en nada. Forzosamente tenemos que creer, cuanto antes mejor. El contenido, ya se irá afianzando con cada cuestionamiento, con cada intento de derrumbe de su estructura bizarra quizá. La cosmovisión vive somnolienta dentro de este sujeto, pero dormita con una espada que, sí está despierta. La espiritualidad citada al inicio, debe ser renegada para que el fenómeno se produzca, siendo fantasma por un momento dentro del sistema de creencias. La promesa fue rota, mas, la fe es la que afila aquella espada. Ahora falta tocar fondo, arrastrado por el lastre de la más cruel -relativamente- depresión.
Nadie está; así se percibe. Todos, aún de existir tangiblemente, se desvanecen en la hora más narcisa. La tristeza reclama espacio como aura de fuego, dentro de ella, su oxígeno es la frustración depurada en llanto. No hay nadie, qué importa si dentro de un minuto venga alguien a cobijar, no hay que ser aguafiestas, nuestra obligación es sufrir, hay que disfrutarlo brindando y quebrando la copa entre las manos. Luego de sufrir, -digamos de una hora hasta treinta años- se anhela entonces, la redención. Poco a poco aparecen esos renegados que volvimos invisibles al sufrir egoístamente, se ven a lo lejos, les gritamos y no escuchan, otros no miran, no sienten, en fin, somos ignorados; o si alguien nos percibe, quizá optemos ignorarlos, puesto que nuestro nivel de exigencia es tan selecto que, el Mesías (guardando rescoldos espirituales) no debe ser tan mortal.
Soñamos, alguien viene y nos acaricia exactamente. Nos deja tranquilos. La necesidad se extingue por fin y queda la plenitud. No obstante y tal vez por ello más necesario, no reconozcamos la plenitud en nuestro historial. Despertamos, no hay nadie otra vez, el retroceso a la etapa de la hora Narcisa, es lo más común. Al fin, siempre nos tenemos a la mano para flagelarnos. Otras oscuras necesidades deben ser cubiertas, tales como el sufrir en la conmiseración. Se mantiene en el ideario, el concepto de la ilusión, subfactor en el sistema de creencias, para que se dé el fenómeno. Cuántas veces he escuchado en el cancionero popular, cómo se trata de acariciar la palabra como si fuera humo sagrado, y algo de lo que estamos seguros; creemos que no es humo sino vapor que fue y puede ser algo más tangible como el agua. La ilusión retornará a su estado anterior o posterior. Rindámosle culto de manera pueril y, paradójicamente, de forma ilusa, pues según el ideario popular, es casi sinónimo de la plenitud amorosa.
La esperanza redentora surge. Observa con compasión y piedad al sujeto desvalido y con anhelo de caricias trascendentales. Ha vagado mucho, se alejó un día y miren cómo le fue! No tiene a nadie, dice él, y es mejor que lo siga creyendo para fines que convengan al fenómeno. Pobrecillo, no se da cuenta, que existe un camino salvador. Imberbe ovejilla que sufre por ignorar que puede ser cobijado en todo lugar. Estúpido, no, tontuelo mejor, que ajeno a la verdad absoluta de cristianismo, ha dejado endeble su espiritualidad en su sistema de creencias. Es momento que retorne, que descubra y encumbre, la verdadera redención.
El sujeto aspira la santidad. ¿Es verdad todo lo que tras colina logra divisar? ¿Por fin sus laceraciones sanarán? Después de todo hay alguien. Una gran mano, invisible, santa, divina, protectora, ilusa, inventada conforme, psicótica, amorosa, poética, redentora y que no permite aquellos avatares cansinos de la reflexión sino tan sólo ser recibida en la –más importante dicen- dimensión espiritual. Es espeluznante.
El sujeto, se sonríe y vuelve a creer. Su dimensión espiritual, está cubierta; su necesidad de ser querido de manera: incondicional, omnipotente, omnipresente, omnisciente, Narcisa, se cumple. Dios ya no es inconsciente. Se despoja él, del moho y las pantallas ionizadas que los ocultaban en los estratos psíquicos. Vende su alma, no, la regala. También su racionalidad, al cabo, qué tanto se pierde. Nada se resolvió siendo racional, se merece entonces esta fraterna vía. Aunque se sugiera la vía más difícil para entrar al reino de los cielos.
La ilusión ha triunfado, la espada se sigue afilando aún más. Si se satisface la necesidad de afecto, qué importa lo demás. Luego se puede justificar, con el elemento externo al fenómeno: el altruismo. Pero está demás decir que, los demás a estas alturas, son sólo medios de alcance. Son simples justificaciones que salvaguardan y legitiman, la santidad en promesa de nunca estar más solos.
Otros prefieren saltar toda esta burocracia, y recurren inmediatamente al altruismo (o quizá a la manipulación), y por arte de magia, se dan cuenta de que nunca estuvieron solos.
2 comentarios:
Mis saludos! Gracias por visitar mi blog y tus palabras. Como verás, tampoco es la cotidiana rutina lo mío.
Aplaudo que alguien recuerde aún a Rimbaud, a los poetas malditos, y que ponga un dedo pensante en la llaga.
Van virtuales mil horas de humano, sano y redentor (jaaaaa!) ateísmo...
justo debi leer esto cuando inicio mi movimiento de prietosexuales definitivo la ley de probabilidades se burla de mi hahahahaha
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